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LA RESPONSABILIDAD DE VIVIR EN COMUNIDAD.


Cuando vivimos en comunidad tenemos muchas ventajas, gracias a ella desarrollamos vínculos sociales, tenemos ayuda en los momentos de crisis, gozamos de centros deportivos y de entretenimiento, ingresamos en redes académicas que van de acuerdo a nuestras creencias e ideología, nos beneficiamos de instituciones y centros de ayuda para diferentes necesidades, ya sean médicas, laborales, psicológicas, académicas; por mencionar solo algunas.

Pero ¿Alguna vez nos hemos preguntado cuales son nuestros deberes como miembros activos de una comunidad?

Sabemos que muchos colaboran diariamente en instituciones comunitarias con el fin de ayudar y mejorar la vida de las familias que la integran, ofreciendo incondicionalmente su tiempo y esfuerzo, esperando únicamente la satisfacción de saber que hemos contribuido en el bienestar de nuestra comunidad.

Sin embargo también a nivel personal tenemos obligaciones que cumplir, de este modo se logra un trabajo en conjunto, pues las comunidades tienen una interdependencia entre los dirigentes y sus miembros; si esta dinámica falla, es decir, si alguna de las dos partes no cumple con su función y responsabilidad, las bases en las que se sostiene la comunidad se fragmentan. En este sentido, podemos observar que hoy en día por más esfuerzos que se realicen por parte del liderazgo comunitario, hay compromisos que sólo y únicamente depende de nosotros, los miembros que la constituimos. Una tarea que es nuestra obligación es el firme compromiso de otorgar a nuestros hijos una educación en valores éticos y morales, los cuales no se adquieren en la escuela, ni tampoco en liderazgo comunitario; este deber nos pertenece a nosotros y estamos obligados como parte de un conjunto social de hacernos responsables, asumir e integrar lo que es nuestro.

Hoy en día el quehacer diario nos distrae, los compromisos laborales, sociales, y de cualquier índole nos están nublando la mirada hacia lo que debería de ser lo más importante; la educación en valores, y con esto me refiero al respeto al prójimo sin importar su nivel social, económico y cultural, la consideración hacia aquellos que nos dan un servicio, el acatamiento de las reglas y límites sociales, el aprendizaje de un léxico cortés, amable y considerado, la atención en las actividades de esparcimiento de nuestros hijos, la promoción de actividades sanas que dirijan a los nuestros por un camino de aprendizaje, empatía, valores, consideración y rectitud.

Estos factores son nuestra tarjeta de presentación ante la sociedad mayoritaria, y es evidente que cuando alguno de estos elementos no se cumple se cae en la descomposición social, la cual fragmenta el equilibrio de la comunidad.

Me parece que el paternalismo por parte de los líderes comunitarios está lejos de ser la solución a la crisis que estamos viviendo; ahora solo nos toca a nosotros cambiar el paradigma comunitario, para lograr una comunidad saludable, educada en los valores que dicta la Torá.

Por ser una minoría, como judíos tenemos aún más responsabilidad, una de estas es proyectar lo que somos verdaderamente, un pueblo de acción, por medio de la guía de nuestra Torá, y las enseñanzas de nuestros sabios, como Maimonides, comprenderemos el verdadero valor de ser los encargados de comunicar con el ejemplo y persistencia la parte fundamental del judaísmo; las leyes éticas y morales que nos enseñan constantemente nuestros libros, simplemente siguiendo la esencia judía tendremos una guía que nos mostrará el camino hacia una educación integral, fortaleciendo los valores fundamentales de convivencia y respeto hacia el otro.

Históricamente el colapso de las grandes civilizaciones proviene de los excesos. Todavía estamos a tiempo de tomarnos en serio nuestro papel de padres, guiando a nuestros hijos en la humildad, empatía y respeto hacia uno mismo y los demás. ¡Qué importa el coche nuevo a todo lujo, las fiestas decoradas en abundancia, el pre copeo para estar a tono, las reuniones con fin de acabar en el exceso y la intoxicación! ¿Es eso lo que sacrificamos para que nuestros hijos sean "sociables" y "reconocidos"?

Valoremonos, no caigamos en la trampa de del nihilismo, regresemos a nuestra esencia. Si algo tiene el judaísmo es una gran riqueza espiritual, que fortalece nuestra alma. Apliquemosla con compromiso, los otros no pueden hacer lo que es nuestro.

Sólo se logra ver bien con el corazón.Tomemos acciones serias y comprometidas, ya nos toca.

Como dijo Antoine de Saint-Exupery: "Lo esencial es invisible a los ojos". (El Principito)


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